En vuelo hacia Santiago leía sobre el aroma que tiene el tiempo y el paralelo entre la vida activa y la vida contemplativa.
Actualmente el hombre desarrolla su vida entorno al trabajo, por algo se habla del homo-laborans.
Este ser basa su vida en la acción, lo cual no es malo ni bueno, es sólo la respuesta a los vientos de la historia que soplaron en esa dirección, por lo cual este hombre no puede estar quieto, siempre activo, esa actitud es un objeto de gran valor, casi un culto, por eso se ve a la vejez con gran temor y se evade al máximo.
El trabajo está dirigido hacia una imagen externa, no a un reflejo interno. Algunas iniciativas intentan mostrar un camino distinto, pero aún tienen una componente muy grande de mostrar lo que debiera ser una imagen interna, en vez de lo que se es realmente, así la falta de desapego indica que sólo son otro espejismo en el desierto impenetrable que parece ser ese mundo interior material finito, que no se quiere ver ni mostrar, porque implica vaciarse hacia una vida contemplativa y ello nos llevaría a otros tiempos, a descubrir ese espacio entre la inhalación y la exhalación, punto de origen de nuestra alma.
Algunos dicen que la vida contemplativa es superior a la vida activa. En la vida contemplativa es donde realmente se pueden desarrollar los pensamientos, lo que no hay que confundirlo con la vida activa, el pensamiento no tiene tiempo ni espacio, no es lineal ni, de cierta forma, lógico, ya que sólo en su ilógica surgen las preguntas que movilizan al ser más allá de sus falsos límites.
Ayer falleció el "Chanchin", mi abuelo de vida, no habían lazos sanguíneos, no habían lazos "religiosos", por ponerle un nombre, pero en las turbulencias del cruce de la cordillera, lo veo claramente nuevamente, sentado a mi lado, con su ritmo... un ejemplo de la vida contemplativa, por eso se le veía como a contratiempo, dibujando compases en un pentagrama que no se sincroniza con el andar agitado de la ciudad, una melodía disonante para todos, pero que era tremendamente armónica y melodiosa.
El pensamiento podía fluir en cada conversación, contradictoriamente siempre desde un lugar lejano a toda espiritualidad o teología, el hombre era su principio y fin, ahí era donde surgía ese extender el tiempo de una forma que la reflexión se transformaba en una verdadera meditación constante, con-templar la vida.
Con-templar la vida, nada menor, lo que no significa verla pasar, sino hacerse conscientes de ese pasar, o sea, realmente vivir la vida.
Se une a esta conversación otro espectro de la vida contemplativa que partió tiempo antes, Abuelo Jorge, abuelo de mi mujer, también el Tata Pepe, abuelo de unos primos, vaya se vinieron todos... reflejos de la suave pausa sabia, aquella que permite que la vida creativa se entregue a su misión de colaboración con el universo y todos los multiversos.
Comienza el descenso, Santiago me recibe nuevamente, la familia de origen se re-une. Cuánto anhelo que ese despertar en la vida contemplativa pueda realmente trascenderlos y nos trascienda. Cuánta conexión perdida podríamos recuperar. Cuánto lo anhela la Tierra. Cuánto lo anhelan los Universos.
Buenas Noches Santiago...
(FE-2017)
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