La disociación de deberes y derechos está generando la Sociedad del Derecho.
Esta Sociedad del Derecho es ciega a los deberes, por la continua explotación a la clase trabajadora, que embriagada por la sobre oferta de necesidades y un ilusorio aumento de su poder adquisitivo, en base a deuda, se deja absorber por el circulo vicioso del consumo.
Así, el consumo se transforma en una droga que genera un tipo de adictos que favorecen y fortalecen el sistema capitalista. Drogadictos, esclavos inconscientes o títeres de una cúpula que le es funcional el mantenernos divididos.
En la Sociedad del Derecho los deberes son agentes opresores del libre albedrío. Poder coercitivo del estado, en asociación a políticos preocupados y ocupados de sus propios intereses y ansias, nunca reconocidas, de poder.
Los políticos se encuentran atados a sus ideologías intolerantes, jugando a su conveniencia, a favor o en contra, con un empresariado conservador, que actúa como un tribunal de ética, bajo una dudosa moral.
La juventud se levanta, los adultos miran, les gustaría marchar. Exigen un cambio, mostrando su rabia y descontento, y el de muchos. Esa energía debe transmutarse, pero como la Sociedad del Derecho es ciega a los deberes, se transforma en destrucción. Dividiéndonos aún más, donde odiar pasa a ser más valorable que amar.
La desobediencia social se toma las calles. La incertidumbre de las heridas de un pasado resiente, vuelven a sangrar. La energía potencial de la polarización extrema aumenta. Las lecciones aprendidas, se invalidan o simplemente se olvidan, casi voluntariamente.
Ningún partido político actual, sin excepción, podrá lograr el cambio de modelo. Todos están formados bajo los mismos conceptos que nos han llevado de un extremo al otro, pero dentro de la misma polaridad de ideas. Por eso las expectativas no logran sintonizarse con realidad alguna.
Este país, en toda su historia, ha sufrido del abuso en la búsqueda de un sueño, a estas alturas, ya más parecido a una pesadilla, llamado "desarrollo". Han pasado distintos gobiernos, de distintas formas y colores, sin lograr dar con un proyecto país, que en su diversidad, nos permita caminar hacia un futuro sustentable y sostenible, en el cual todos cooperemos y colaboremos, de forma innovadora, para construir la Sociedad de la Felicidad.
(FE-2019)