¿Qué eres? le pregunté.
¿Qué voy a ser? me dijo. Es evidente lo que soy.
Dime, por favor, le dije, ¿qué eres sin referirte a tu nombre, a tu cuerpo, a tu familia, a tus cualidades...?
El me miró, quedó pensativo y me dijo: Me estás quitando todo.
No te quito nada, le dije. Nada de eso que te he nombrado eres tú.
Fíjate que cuando hablas dices: mi cuerpo, mis pensamientos, mis cualidades...
Quiere decir que existe un poseedor y unas cosas poseídas.
Tú eres el sujeto poseedor.
Tu cuerpo es algo que Tú posees.
Tus ideas, tus cualidades, tus sentimientos... son algo que tienes o puedes dejar de tener.
Eso quiere decir que el poseedor es antes y aparte de todo lo poseído.
El poseedor es un ser independiente de lo poseído.
El poseedor no cambia.
Cambian sus posesiones.
Pero él es siempre el mismo.
Mientras lo poseído está en constante cambio, el poseedor es el que ve y observa todo lo que va cambiando.
Tú eres la conciencia luminosa que Ve y observa.
Para llegar a tener la intuición clara y evidente de que eres ESO, esa luz conciente y amorosa, has de desidentificarte de lo que no eres, es decir, de tu cuerpo, de tus pensamientos, de tus cualidades y cosas.
Cuando quites lo que no eres, quedará lo que eres.
Es tan fuerte y profunda la creencia de que somos nuestro cuerpo con nuestras ideas, que resulta muy difícil convencernos de lo contrario.
Pero esta convicción puede llegar a través de una observación sincera y profunda.
Nunca quedándonos con las creencias superficiales que siempre hemos tenido.
Tu nombre es una palabra.
Tus ideas son contenidos de la mente.
Tu cuerpo está en constante cambio mientras tú permaneces el mismo.
Repítete constantemente la pregunta ¿quién soy?
¿quién es el que come, quién el que camina, el que ama, el que piensa, el que trabaja...?
Esa pregunta debe estar siempre resonando en ti.
Ese es el método simple, sencillo pero práctico.
Pregúntate siempre ¿quién soy?
Un día aparecerá la luz, aparecerás tú que eres luz y desaparecerán las tinieblas de lo que no eres.
Te darás cuenta de que eres el testigo de todo cuanto ocurre en ti, de todo lo que haces y percibes.
El testigo permanente, inalterable, divino, eterno.
Autor: Darío Lostado (Hacia la verdad de ti mismo)