rompiendo el silencio de mi voz
por el suave frescor de tu piel
acariciado con los anhelos
de mis suspiros bajo tu luna.
Luna que orienta mis sentidos
desde montañas que lloran
con las llamas del olvido
por el miedo a abrir los ojos
que el destino grabó en mi pecho.
Pecho que impulsa los latidos
que vibran al compás de la tierra
donde mis pasos construyen
la generosa conciencia
de la entrega al amanecer.
Amanecer junto a la alegre armonía
de los cantos de dos almas
que bailan iluminando al tiempo
que gira entorno a la libertad
de la infinita existencia del ser.
Ser que se abandona en los labios
de una eterna humedad
dentro de los brazos de la noche
para recordar que su dualidad
se une en su horizonte interior.
(FE-2014)