El tiempo y el espacio se expanden desde el centro de cada célula, queriendo mezclarse con la esencia de cada vida y de cada muerte.
Los límites entre lo que se ve y lo que no se ve, se vuelven difusos en un horizonte colorido por las conjunciones de soles y planetas olvidados.
Las voces cantan a una lluvia de estrellas que se descuelgan de la noche, como los ojos ocultos de nuestras caras que brillan en el silencio.
El cuerpo se diluye en los pensamientos de la tierra y un abanico luminoso se abre a los suspiros que resonaron con el vacío, lo único real.
En los aromas del amanecer se van pintando los pasos que el destino dibujó en los espejos de la realidad para el despertar de los sentidos.
(FE-2022)
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