Recuerdo el día 
en que intenté entender el vacío 
que llenaba mis oídos, 
más allá de lo que mis ojos 
podían o me dejan ver, 
buscando melodías 
que lavaran mis heridas, 
compañeras de un viaje 
que aún no ha terminado. 
Recuerdo las olas 
que llevaban mis sueños 
a través del silencio 
que abrigaba mi corazón, 
pero que embriagaba 
la fuerza de mis pasos, 
desviando las lágrimas, 
hacia un lugar desconocido 
que inundaba mis sentidos. 
Recuerdo el suspiro 
que reventó en mi pecho, 
desatando ilusiones, 
jamás acariciadas 
por el temblor de mis manos, 
lanzándome al abismo 
de una húmeda nube, 
suave y tierno reflejo 
de una danza desafiante. 
Recuerdo la noche 
en que se llenó de estrellas 
el techo de mis miedos, 
para guiarme de regreso 
al valle de mis latidos, 
donde alguna vez enterré 
las llaves de mi camino, 
para no dañar al cometa 
que me vio nacer. 
Recuerdo la brisa 
que se llenó de luces, 
para mostrarme la silueta 
que le robé al amanecer, 
donde dejé mi último aliento, 
manso y tranquilo, 
para liberar los ríos 
detenidos por los por qué… 
desaparecidos en el ser… 
(FE-2009)
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